Efemerides: Salvador Allende 11 de septiembre 1973

Muerte violenta de un presidente democrático 28 años después del fin de la II Guerra Mundial, a las puertas de este gran siglo XXI que acabamos de estrenar.

En una ocasión en una taberna de Antofagasta, oí una historia que me persigue desde entonces cada 11 de septiembre.

Un marinero contó en gran voz alta, que un pez  en un sueño, le dijo que una vez hablo con un niño que llegó al mar desde un avión.
Como buen periodista, cartero poeta, guionista desordenado, lo deje escrito por algún lado, pero como siempre no lo he encontrado, así que me la vuelvo a inventar más de cuarenta años después.

La reunión parecía de tono grave, se notaba la tensión en la estancia.
Solo había tres luces, una tenue central y otras dos que iluminaban desde dos puertas abiertas enfrentadas, mi escondite estaba en penumbra, al fondo entre libros de poesía, donde no mira nadie.
Se abrió la puerta y se detuvo el silencio, unos segundos se convirtieron en un fotograma en el recuerdo para toda mi vida. Vuelvo a ver en sueños, en espejos, en parpadeos, a aquel señor alto con bigote y capa, vestido de uniforme, entregando su gorra su bastón y sus guantes a una manos negras que cierran la puerta.

Yo escondidointentando no hacer ruid
El señor alto se sentó en una silla ante una mesa de marmol blanco, al otro lado de la mesa el señor vestido de negro con purpura en su cabeza y a alrededor de su cuerpo, hizo un gesto con la mano, y se cerro otra puerta, la luz se volvió tenue.

El señor alto dijo: "Monseñor"
El señor vestido de negro respondió asintiendo: "Senador"

El señor de bigote dijo: "¡¡Es el Día!!"
El señor purpura preguntó. "¿Habrá Muertes?"

El militar dijo: "¡¡¡Las necesarias!!!"
El de negro se puso en pie y respondió: "Si el evangelio las reclama, que sean muertes piadosas"

En la rotación de un segundo se cerraron las dos puertas y la luz se apagó.

Escondido donde no me encontraría nadie, me quedé dormido, a pesar de mi miedo al cóndor.

Desperté con un enorme ruido, en un avión a pleno vuelo, no había mucha luz y pensé que quíza podría esconderme, pero cuando el señor de bigote abrió la puerta y el viento casi me lleva, entendí que mi escondite era la historia
El señor de bigote del avión miro la puerta a abierta, me sonrío y entre gritos le oi preguntarme, ¿Marieta, te llamas Marieta?
Respondí que sí.
Cuando me empujaba fuera del avión le entendí decir: "Lo siento Marieta hoy vas a aprender a volar"