En 1979, Dinamarca otorga la autonomía a Groenlandia y en 2008, transfiere la mayor parte de las
competencias que tenía el gobierno danés al gobierno local groenlandés. Este
traspaso se hizo efectivo el año siguiente y dejó para Dinamarca las competencias
de asuntos exteriores, seguridad y política financiera. Asimismo, otorgó
a Groenlandia un subsidio anual de 633 millones de
dólares, lo que suponía 10.100 Euros per
cápita.
Probablemente Groenlandia no es consciente de la que
se le viene encima con el deshielo y las nuevas
rutas navegables del Ártico. No van a ser capaces de retener la invasión de todo tipo de dineros, puede que conserve su
nombre de “Greenland” pero va ser
por el color de los billetes.
Su oferta turística crecerá exponencialmente, llegarán inversiones financieras libres de impuestos locales, (empresas
y fondos de inversión), crecerán la construcción y el comercio, la inmigración
será necesaria y las inversiones públicas serán cada vez más cuestionables.
Donde moleste se eliminara el hielo permanentemente, florecerán
minas, carreteras, refinerías, plantas nucleares, energía para el progreso tecnológico.
Queda tan poco por colonizar, que
el mercado necesita un sostenible cambio climático, que le
abra nuevas zonas de consumo fácil,
cueste las vidas que cueste, al fin y al cabo, cada vez valen menos.
La única esperanza es preservar auroras
boreales y lunas llenas en una nueva poesía
que se atreva a pintar un futuro real.
Groenlandia va a morir y no lo sabe, el último “País Verde”, es tan mentira, como el “Árbol de la Vida” de la mitología vikinga. Qué lejos queda siempre Dios para estas cosas.
El mercado se ha vuelto tan
salvaje, que ha superado todos los niveles de indiferencia, ha conseguido poner precio a la vida.
Cada letra o pincelada,
cada
inflexión de voz recitada,
puede ser denuncia
reveladora.
legado de evolución cierta.
Pobre Groenlandia. Pobre Caos Libre.