Las luces que quedan se van apagando,
el alba de este ocaso está
lejos,
es hora de conciliar sueños de
días y noches.
de descanso.
Pero la almohada proyecta
silencios.
Sombras de mares sangrientos,
de inacabados hoy,
de interminables mañanas.
Llega la hora, sin horas
la que no se mitiga,
la vela que no cesa en mi cabeza.
el inicio de mi tortura.
Se me detiene el tiempo expulsando fantasmas.
Monto la grupa de una coma,
y cabalgo sin rumbo fijo,
por enormes praderas de palabras…
Juego una vez más al ajedrez con el diablo,
y pierdo.
Una noche más se lleva mi alma.
Duermo.
Hasta que te vea mañana.