El viento más que soplar acaricia,
cómo si ese momento fuese a repetirse algún día.
La bruma de la mañana,
se resiste a ser arco iris,
dejar de soñar cuesta tiempo.
El reloj de arena da vueltas y vueltas,
busca sosiego para detener un corazón.
Todo en orden,
velas desplegadas,
aromas de hornos
refugios a la sombra,
del sol y de la luna.
Ya viene el viento que me lleva.
Viene el viento, nuestro viento,
plagado de diálogos al oído,
sembrado de coloquios infinitos.
Viento loco,
fin de soliloquios,
viento de grandes abrazos sin besos.
Hay vientos cercanos,
a los que ponemos nombre,
porque más que soplar acarician.
Aunque a veces se vayan para no volver.