Recuerdo la época en la que buscábamos juntos
recetas, para las setas que recogíamos cada otoño respirando bosques.
No sé muy bien cómo pasó, pero con el tiempo
nuestras recolecciones dejaron de tener protagonismo y se convirtieron en
condimento para otros platos.
Aquellas pruebas en ensalada, o los revueltos más o
menos imaginativos, las pardillas a la parrilla, los intentos fallidos, se convirtieron en días
excepcionales que pasaban desapercibidos entre otros.
Y sin embargo espero siempre esos sábados de otoño, con las laderas entre hayas cubiertas con una manta de hojas, con olor a la
mejor historia y música en nuestros pasos.
No te preocupes, este otoño volveremos a intentarlo.
Todavía nos queda tiempo para una txuleta al fuego,
con pimientos y hongos, cualquier domingo de otoño.
Allí, en nuestro bosque, no hay ningún virus.
En espera, así quedaron sueños, ilusiones, promesas, olvidos, sí, incluso los olvidos, en espera... en espera de una fase, de un mejor tiempo, de un rayito de sol o incluso de una verbena en fiestas, en espera, todo en espera, por siempre jamás...
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