Se debatía
entre perder todo o conservar sueños,
se abrazaba
por dentro, temblándose de miedo,
recordando
reflejos lejanos de hambre.
Su sangre
había perdido el color por el camino,
adormecía,
empeñada en conservar el tiempo,
embalsamando
sus sentidos.
El pedestal
de su almohada, se tambaleaba,
expatriados,
náufragos muertos del mundo,
se acercaban a sus noches, peligrosamente.
Se aferraba a
estelas de regazos de lunas,
a raíces de sustentos
cultivados,
ciego en la
rabia de sus abrazos perdidos.
De rodillas, suplicándose un despertar
diferente,
retaba a su
incierto destino, insultándose entre dientes,
engañado por un reflejo.
No podía
decidir sólo en la derrota,
lo había
compartido todo por una causa,
de terciopelos en firmamentos alumbrados.
Soñó su
última pesadilla.
Despertar
con precio puesto a su destino
Despacio, un día más, se refugió en la duda.
La realidad le esperaba, como siempre.
A solas.
interesante tu manera de ver las cosas
ResponderEliminarte dejo un abrazo
Háblame de las derrotas, para inventar un destino que nos contenga a ambos, lejos de aquí, cerca de una playa de ensueño.
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