Mi árbol
conserva solo una hoja,
la que fue
más hermosa.
Con sol y
lluvia, niebla y luna,
sobre mi
libro abierto,
aguardo el
zig-zag elegante de su caída.
Lucho con
vientos del sur, insulto a los del norte,
apaciguo al
este y diálogo con los del oeste.
Sé, que ella
quiere ser mi sustento,
pero no soy
capaz de atraerla.
Le prometo
que si pasan las nieves,
podremos esperarnos siempre.
Mi pluma
tiembla de frío,
la amenazo
con dejarla libre,
olvidarla para siempre a
los vientos.
Muere el otoño,
pero tú no,
mi pobre hoja, siempre caduca.
Tú, la más
hermosa...
Volverás
después del invierno,
con alguna de las suertes,
que nos deparan los vientos.
Un hilo de esperanza liga tu hoja a su árbol, como haces tú ante las estaciones, los mares o los vientos. Ligarte a la esperanza. Esperanza de ver cumplidos nuestros sueños, de recrear con un poco de suerte las locuras que un lápiz travieso grafitea sobre el papel. Ilusiones en blanco en negro que sólo llegan al color al enfrentarlas cara a cara.
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