Casi como un despojo, desahuciado,
salvajemente roto, con la dignidad humillada a cambio de mantener intacto su último
orgullo, renunció a su anticipo de más razones equivocadas, a ese regalar rostros de
rostros en un mismo gran espejo. El lado izquierdo de su cerebro se deslizó a
un confortable estado plano.
La lenta arruga de la comisura de sus labios,
cerró la cárcel de la esperanza a un blanco sin negro daltónico.
Dejó de ser humano, para solo ser, sin
sentir, el paso del tiempo...
Y gritas, y gritas,
te desgañitas en
silencio...
Te arrancas el rostro,
lo regalas por un
eco.
Y...,
Y dejas de esperar,
la cárcel de la
esperanza no es para ti,
para tus tiempos.
Y dejas de morir sin vivir...
Y gritas, y gritas...
y gritas...
aúllas, sollozas...
palabras,
a un inmenso silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dejate llevar por la generosidad en tus comentarios.
Ya que has llegado hasta aqui, desparrama tus palabras sin ningún complejo, ve más allá... de un "me gusta" o "un que bonito", utiliza la tinta de tus venas, regalame un millón de letras, o algún verso...cuentame una historia, envíame una carta dibujada...lo que quieras.
Pero sobre todo no te vayas, sin saludarme,
pensaría que soy un mal anfitrión.