No hemos cambiado tanto.



El primer artista, bailó alrededor del fuego,
dibujó siluetas con la luna, esculpió las primeras silabas,
se atrevió casi obligado, a mirar al sol,
a probar el sabor de la tierra,
imaginó lo que otros no veían...
Buscaba compartir el calor, la risa, el pensar…
El primer científico se quemó,
contó gotas de lluvia, gritó las primeras letras,
se atrevió casi obligado, a unir estrellas,
a beber agua de mar,
observó lo que otros no veían...
Intentaba compartir el tiempo, la caricia, el saber…
El primer sacerdote se apoyó en el primer militar,
para no compartir el pensar y el saber,
para obligar, para dominar...
el calor, el tiempo, la risa, la caricia.
No hemos cambiado tanto.
Nos seguimos quemando, seguimos bailando,
escupiendo silabas, y a veces letras,
seguimos dibujando estrellas, uniendo lunas.
seguimos comiendo tierra, bebiendo agua de mar,
muriendo unidos bajo el sol, sin gritar.
Seguimos observando lo que no quieren ver,
imaginando lo que no nos dejan.
Y nos siguen robando el saber y el pensar,
cuando quieren y como quieren,
les da igual el pueblo, o el género,
nos confunden con patrias pequeñas,
nos envuelven en sangre, nos compran.
“segmentadamente”.
Saben que lo último que deben callar después del hambre y la sed,
es el pensamiento, el saber,
el calor, el tiempo, la risa, la caricia…
Y nosotros...
Nosotros les dejamos hacer,
al fin y al cabo, los llevamos dentro,
son mejores…
deseamos…
que nuestros hijos sean como ellos.
¿Y yo?
Yo…
Todos mis yos tienen miedo, a perder lo que otros no tienen...
calor, tiempo, risa, caricia, el pensar, el saber...
Soy como todos.
Tengo miedo.
No hemos cambiado tanto,
después de tanto tiempo.
Necesitamos compartir…
...compartir el pensar, el saber, el tiempo, la risa, la caricia…
el agua de mar, el sabor de la tierra… el sol y la luna…
sus siluetas y sus sombras.
Y no sabemos cómo hacerlo.