Mi árbol me dice todos los dias... "Hasta mañana, Ramón"

Puedo parecer insolidario en un momento como este, pero si para que no vuelva a morir nadie, por los efectos de un terremoto como el de Lorca, tenemos que invertir otra vez en el ladrillo, me temo que en no muchos años, lamentaremos muchas más muertes.

La culpa es nuestra, por la forma en la que entendemos la responsabilidad que tenemos como animal superior.


Tendríamos que pararnos a reflexionar un poco más, hacer uso del privilegio temporal que tenemos concedido, para prevenir para siempre, que en Lorca no haya victimas y que en Fukhusima no haya una zona prohibida. (incluso para sus habitantes) (¿que habrá sido de los animales, las plantas, el agua, la tierra, el mar...las mariposas con lunares, que no conocen barreras?)

Me temo que la reflexión va a ser escasa, que solo vamos a invertir en técnica, en tecnología, rápido, a corto plazo, como siempre, sin tener en cuenta que el “Sapiens”, que complementa nuestro nombre como animal, no nos otorga el derecho a ser dioses.

No hemos aprendido nada.

¿Que diría Lorca, Federico García, hoy?
¿Que le diría Miguel Hernández, hoy a la luna?

Lorca y Fukushima deben servirnos de ejemplo, como sociedad...
“No existe ningún Dios”, ni siquiera el “Homo-Dios".

Tan solo somos parte de un planeta, una parte pequeña, del verdadero Dios que nos alberga.

Debemos aprender a usar la ciencia, la tecnología, nuestra diferencia, para garantizarnos, que mientras el planeta nos lo permita, seguiremos habitándolo, como llevan haciendo el resto de los seres vivos, (algunos millones de años).

Si como me temo usaremos la tecnología, como si fuésemos dioses, para olvidar rápido Lorcas y Fukushimas, tendremos que aprender a pagar, cada vez con más vidas, y con zonas prohibidas cada vez más grandes.

Puedo parecer insolidario hoy, pero tengo la impresión que si nos acostumbramos a contar victimas en Lorca, en Japón, en Haiti o en Ruanda...

El planeta nos expulsará, como especie no viable, como ha venido haciendo, durante toda su historia, con los que se han creído dioses.

Tengo la esperanza, de que si nosotros no aprendemos, alguna especie nos sobrevivirá, y el planeta que nos dio la oportunidad de entenderlo, volverá a empezar con un nuevo experimento.

Soy un privilegiado, todas la noches me despido de mi árbol, deseándole, que sea él, el elegido, que lleva en la tierra, muchos más años que yo, y no es de izquierdas ni de derechas, solo intenta conservarse verde.

(En primavera, le agradezco los frutos de sus ramas, en otoño los de sus raíces, en verano su sombra, y en invierno su calor)

Todas la noches agradezco su compañía, me parece oirle decir...

“Hasta mañana, Ramón"

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