Y el Toro, harto ya, se volvió poeta





Tu, que nunca miras al cielo,
tu, !si tu!, acomodado en una butaca...
 
Porqué no vienes a pastar, con las hijas que no tendré,
para ahorrarles el sufrimiento de su olvidada madre?
Porqué disfrutas viendo manar sangre de mi testuz?
 
Si solo soy un enamorado de la luna...
 
Luna, luna, Luna...
porque te escondes,
porque me ocultas una de tus caras,
me alumbras cuando quieres,
me dejas con estrellas y a veces entre nubes.
 
Luna, avísame cuando te enfrentes al Sol,
para esperarte,
para recordarte, que él, mi rival,
no sería nada sin sus reflejos.
 
Luna cómplice, sé que me esperas,
para jugar al escondite.
 
Luna, luna, mi luna...
caras y sonrisas imposibles,
déjame que alguna vez,
sea yo el que se esconda.
 
Con mi amor...
 
Para que no,
que no me encuentren,
con sus capotes y sus espadas,
con sus picas en Flandes,
con su bayonetas,
con sus banderas,
aquellos que dicen defender mi existencia.
 
(Dedicado a todos aquellos que contemplan en el manar de la sangre de un toro, como un bien cultural, y de paso a los que piensan que existen guerras justas, a los partidarios de la pena de muerte, y a los que creen que el mundo, queda lejos de su casa.)

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