Dedicado a mi Tía Begoña y a su hija, Mi Prima.

Imagen: de izquierda a derecha, Mi Padre, Mi Madre, Mi tía Berta y Mi tío Jesús.


Jesus Careaga Etxebarrieta era “Mi Tio”, era amigo de mi Padre y casi hermano de mi Madre.

Soy Su Sobrino Ramón, a veces para él Ramoní y os voy a robar algo menos de tres minutos. En estos tiempos los mensajes más largos se reservan a los dioses o se interrumpen con anuncios, o simplemente nos aburren.

He querido hablar en esta despedida a Mi Tio, igual que hice el día que despedimos a su querida Berta, Mi Tía, el amor de su vida, enorme luz de sonrisas, porque algún día en los olvidos de nuestros recuerdos, les volveremos a ver paseando de la mano.

El tio Jesus era un ejemplo de vida, todos los que le habéis conocido lo suficiente lo sabéis, era la definición de lo que debe ser un Buen Hombre, sin pretensiones de grandeza, cercano.

Mi tío era uno de esos vascos de antes de la guerra, emigrado y retornado a su Guernica natal, uno más de los que conformaron el ave fénix de su esencia. Mi tío tendría que ser el Árbol de Guernica.

Me sentía fatal en noche buena, cuando mis tíos se marchaban a Bermeo, pero con el tiempo entendí que el Tío tenía más sobrinos, y valoré mucho más el cariño que me dedicaba.

Él me enseño a andar por el monte, a entenderlo, a mirar a los arboles uno a uno, a sonreírles, os puedo decir que si alguna vez en un bosque plagado de pinos, hayas o robles, de cualquiera de esos montes que os rodean, oís el crujir de una rama, veis una huella de zorro, intentáis oler un viento, o escuchar un arroyo, el estará presente.

Se acerca la percepción de los tres minutos y se me dispersa la atención, debo confesar que soy un hipócrita, porque nunca le dije todo esto que estoy contando cuando todavía tenía tiempo, ni siquiera por carta.

Tio,

Agur Jauna.

Nos vemos cualquier día de estos.

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