Tus Historias no son Baldías

Te descubrí, como la risa de un gato invisible.

Me respondiste a la pregunta ¿Existes?

Casi morí,
bajo el cobijo de la melancolía de tu lluvia.

Te vi, de espaldas, más carne que hueso,
con un millón de alas, colgadas de tus letras.

Me escandalizó, la semilla estéril de una imagen azul.

Compartí veinte años, de espinas en muros derruidos, enterrados.

He envidiado conocerte, haberte dado el cariño suficiente,
como para que sea mía, la pagina que aun no has escrito.

Hasta que llegue, seguiré esperando verte,
todos los días.

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Pero sobre todo no te vayas, sin saludarme,
pensaría que soy un mal anfitrión.