Espejos inifinitos





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Y que más da, el todo o la nada,
si solo somos un momento curvo,
una reflexión de luz, cotidiana.

2 comentarios:

  1. ¿Y qué hay de los alter egos que llegan al mundo cuando tú te haces reflexión de luz sobre el espejo? Es muy injusto parirlos para acabar con ellos sin más escozor que un instante en el mundo cuántico que los contiene.

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    1. Crecí en un portal con dos enormes espejos enfrentados, que abarcaban una gran escalera de, (creo recordar), once peldaños. En ocasiones, esperaba a que mi ama volviese de la panadería de al lado, buscando el final de mi reflejo, haciendo monerías desde cualquier ángulo.
      Comencé saltando desde el primer peldaño mientras seguía buscando el final del reflejo, y aunque alguna vez me pillo alguna vecina, logre practicar el "salto-mirándote-dentro-de-un-espejo-doble", en un vuelo de once peldaños de escalera.

      A veces tengo la sensación de ser un personaje como Matías en “El pelo de Van´t Hoff”, que te leí en los hilos de una cometa, uno de esos personajes inconexos, que se buscan a sí mismos y se encuentran en otras almas.

      Las paredes de aquel portal en el que crecí eran de color esmeralda.
      Esperanza, es juntar planos de colores.

      Qué más da, el todo o la nada, si tú estás en alguno de esos pocos planos, que se han ido llenando de caras cotidianas, dentro de esa curva infinita, de esa mueca, ese instante, ese momento del tiempo, que es mi vida.

      ¿Que haría yo sin el mí que hay en ti?

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