Memorias de un zurdiestro




Hoy, después de tantos años:

¡Estoy de Enhorabuena!

¡He recuperado parte de mi letra!

Y digo bien, solo parte de mi letra,
la de la mano derecha.

Porque mi caligrafía, como se puede comprobar,
en la foto, es irrecuperable.

No la perdí como ahora,
escribiendo letra a letra, dedo a dedo,
fue hace mucho más tiempo, en la década de los sesenta.

Entonces no solo se perseguían las ideologías,
sino cualquier posible desviación,
algunas tan absurdas, como ser zurdo.

Nací zurdo, recuerdo que en las páginas de los puntitos,
aquellas que precedieron a las de las letras,
con mi mano izquierda, conseguía alinearlos,
con la derecha las rectas me salían curvas.

Pero me obligaban a coger el lápiz con la derecha.

Podría decir que la culpa fue de mi Padre,
que me enseño a escribir dejándome elegir mano,
antes de ir al colegio, que era un adelantado,
que intentaba escribir letras con la izquierda,
y me obligaban a poner tan solo puntos con la derecha.

Pero no fue así.

Mi padre era marino, y casi no le conocí.
Podría haber sido mi Madre,
pero no tenía la cultura suficiente,
como para enseñarme a escribir.

La culpa en realidad fue mía, por soportar,
las bofetadas que aun recuerdo,
para que cogiera el lápiz con la mano derecha.

Aun así, fui un privilegiado, tuve dos años de párvulos,
y uno de preparatorio para entrar en el colegio.
Fui a un “Colegio de Primera Infancia”,
se llamaba “El Divino Infante”,
estaba enfrente de Jesuitas.
Recuerdo las botellitas de leche, en una cesta,
que traía el portero, a media mañana,
no me acuerdo de su nombre.

Este templo de los infantes, por su cercanía, casi prometía,
el acceso directo de los niños a los jesuitas,
las niñas, iban a otros colegios.

Y digo que fui un privilegiado,
porque en aquella época, no todo el mundo podía pagar,
para que te cambiasen, de zurdo a diestro,
antes de entrar al colegio.

Desde tercero de básica hasta Cou, lo pase en Jesuitas,
ya como falso diestro.
Lo recuerdo como la época más feliz de mi vida…
Jugaba a futbol, me encantaba,
de pierna era diestro, algo muy raro,
siendo antiguo zurdo de mano.

En jesuitas, con once años, repetí sexto de básica,
a mi amigo le echaron del colegio,
Él no jugaba a futbol.

Me pase casi todos los años castigado o suspendido,
salvo alguna excepción, geografía o historia,
según quien fuese el profesor.

Pasé también muchas horas en la iglesia.
No se como aprobé, como salí del colegio.

Volví a ser un privilegiado, fui a la universidad,
pero no me enteraba de nada,
no podía coger apuntes a esa velocidad.

En aquella época, todavía intentaba conservar mi caligrafía.
El teclado y el ratón hicieron el resto
incluso con la ortografía.

Deje de intentar de escribir,
aquellas maravillosas letras de los cuadernos de caligrafía
me era imposible con la diestra.
Adopte la letra de imprenta,

Y me diréis: ¿Por qué no escribes con la Zurda ahora?

Lo siento, pero ya no puedo, la zurda la tengo tonta,
pudieron más las bofetadas y el futbol,
que la lectura y la escritura,
durante demasiado tiempo…

Pero hoy, os puedo decir, que estoy de Enhorabuena.
Hoy se que soy Ramón, algo más que un zurdo,
que escribe con la diestra.

Gracias a esta ocurrencia, hoy...
He recuperado en este espacio,
parte de mi letra,
he perdido la vergüenza,

de escribir para que alguien lo lea.


2 comentarios:

  1. Todo iba a llegar, la letra no se marcha sin despedirse según creo, de hecho no se marcha, no lo hará; siempre surjirán ideas anhelantes de papel y pluma y encomendadas a manos zurdas o incluso falsas derechas, cuya propio origen y condición de zurda o diestra sea fuente de inspiración para conseguir abstraer y atraer al mismo tiempo al más indiferente de los letores.

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  2. En pocas cosas hemos avanzado pero en esas crueldades que nos hacían a los niños si que un buen tramo, ahora ya no les imponemos renunciar a esa tendencia natural.
    Que obsesión tenían de aquella con estas cosas, me martirizaron porque me chupaba el dedo, incluso me cosieron un calcetín a la manga del pijama, no es lo mismo claro, lo de ser zurdo en aquella época era un auténtico martirio.

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